sábado, 8 de diciembre de 2007

" El origen del hombre "



EL ORIGEN DEL HOMBRE

Mucho se ha investigado sobre el origen del hombre y en realidad de verdad sólo hipótesis es lo que han elaborado los antropólogos mate­rialistas de esta edad decadente y tenebrosa. Si le preguntásemos nosotros a los señores de la Antropología materialista cuál fue la fecha y el modo exacto como surgió el primer hom­bre, no sabrían, ciertamente, darnos una respuesta exacta.
Desde las épocas aquellas de Darwin hasta Haeckel y posteriormente desde Haeckel hasta nuestros días, han surgido innume­rables hipótesis y teorías sobre el origen del hombre. Empero hemos de aclarar, en for­ma enfática, que ninguna de tales suposiciones puede ser ciertamente demostrada. El mismo Haeckel asegura, con gran énfasis, que "ni la Geología, ni tampoco esa otra ciencia llamada Filogenia, tendrán jamás exactitud dentro del terreno de la mismísima ciencia oficial". Si aseveración de esta clase hace un Haec­kel, ¿qué podríamos nosotros añadir a esta cuestión? En realidad, esto del origen de la vida y del origen del hombre no podría ser ciertamente conocido, en tanto la humanidad no haya estudiado a fondo la Antropología Gnóstica.
¿Qué nos dicen los "protistas" materialis­tas, qué afirman ellos con tanta arrogancia, qué es lo que suponen sobre el origen de la vida y de la psiquis humana? Recordemos, con entera claridad meridiana, al famoso "moneron atómico" de Haeckel, "entre el abismo acuoso, complejo atómico que no podría en modo alguno surgir de un azar, como lo supone ese buen señor (ignorante en el fondo, aunque alabado por muchos y muchí­simos ingleses que hizo gran daño a la humanidad con sus famosas teorías). Sólo diría­mos, parodiando a Job: "Que su recuerdo se borre de la humanidad" y que su nombre no figure en las calles.
¿Creen ustedes, acaso, que el "átomo del abismo acuoso", el "moneron atómico", podría surgir del azar? Si para construir una bomba atómica se necesita de la inteligen­cia de los científicos, ¿cuánto mayor talento se requeriría para la elaboración de un átomo? Si negáramos los principios inteligen­tes a la naturaleza, la mecánica dejaría de existir, porque no es posible la existencia de la mecánica sin mecánicos. Si alguien considerase posible la existencia de cualquier máquina sin autor, me gustaría que lo demostrara, que pusiese los elementos químicos sobre el tapete del laboratorio para que surgiera un radio, un automóvil o simple­mente una célula orgánica. Creo que ya don Alfonso Herrera, el autor de la "Plasmogenia", logró fabricar la célula artificial, mas esta siempre fue una célula muerta, que jamás tuvo vida.
¿Qué dicen los "protistas"? Que la Con­ciencia, el Ser, Alma o Espíritu, o simplemen­te los principios psíquicos no son más que "evoluciones moleculares del protoplasma a través de los siglos". Obviamente, las "almas moleculares" de los fanáticos "protistas" no resistirían jamás un análisis de fondo. La "célula-alma", el "bathybius gelati­noso" del famoso Haeckel ("del cual sur­giera toda especie orgánica") está buena como para un Moliere y sus caricaturas.
En el fondo de toda esta cuestión y tras de tanta teoría mecanicista y evolutiva, lo que se tiene es el afán de combatir al clero: se busca siempre algún sistema, alguna teoría, que satisfaga a la mente y al corazón, para de­moler al Génesis Hebraico. Es precisamente una reacción contra el bíblico Adán y su fa­mosa Eva "sacada de una costilla", el ori­gen viviente de los Darwin, de los Haeckel y demás secuaces. Pero deberían ser sinceros y manifestar su insatisfacción contra todo con­cepto clerical. No está bien que por reacción simple, se dé origen a tantas hipótesis, despro­vistas de cualquier basamento serio.
¿Qué nos dice mister Darwin sobre la cues­tión esa del mono catirrino? Que "posiblemente, el hombre devino de allí". Sin embargo, no lo asienta en forma tan enfática, como lo suponen los materialistas alemanes e ingle­ses. Mister Darwin, en realidad de verdad, dentro de su sistema, puso ciertos fundamen­tos que vienen a desvirtuar, y hasta aniquilar absolutamente, la supuesta procedencia hu­mana del mono, aunque éste sea el Catarrino o Catirrino.
En primer lugar, como ya lo demostrara Huxley, el esqueleto del hom­bre es completamente distinto, en su construcción, al esqueleto del mono. No dudo que hayan ciertas semejanzas entre el antro­poide y el pobre animal intelectual, equivo­cadamente llamado hombre, mas no exacti­tud definitiva o definitizante en esta cuestión. El esqueleto del antropoide es trepacista, está hecho para trepar; así lo indica la elas­ticidad y construcción de su sistema óseo. En cambio el esqueleto humano está hecho para caminar. Son dos construcciones óseas di­ferentes. Por otra parte, la elasticidad y también el eje, dijéramos, craneal del antropoide y también del ser humano, son completamente diferentes. Y esto nos deja pensando muy se­riamente. Por otra parte, mis estimables her­manos, bien lo han dicho con entera claridad meridiana los mismísimos antropólogos mate­rialistas, que "un ser organizado en modo al­guno podría venir de otro que marchase a la inversa, ordenado antitéticamente".
En esto habría de poner cierto ejemplo. Veamos al hombre y al antropoide. El hom­bre, aunque en estos tiempos esté degenerado, es un ser organizado. Estudiemos la vida y costumbres del antropoide y veremos que está ordenado en forma diferente, contraria, antitética. No podría un ser organizado, pues, de­venir de otro ordenado en forma opuesta y esto lo afirman siempre, muy severamente, las mismísimas escuelas materialistas.
¿Cuál sería la edad del antropoide, en qué época aparecerían sobre la faz de la Tierra los primeros simios? Incuestionablemente, en el Mioceno. ¿Quién podría negarlo? Pues tuvo que haber aparecido, obviamente, en la tercera parte del Mioceno, hace unos quince a veinticinco millones de años.
¿Por qué hubieron de aparecer sobre la faz de la Tierra, los antropoides? ¿Podrían dar, acaso, una respuesta exacta los señores de la Antropología materialista, los brillantes científicos modernos, esos que tanto presumen de sabios? ¡Es obvio que no! Además, el Mioceno en modo alguno estuvo ubicado dentro de la famosa "pangea", tan sona­da por la Geología de tipo materialista. Resulta ostensible que el Mioceno tuvo su propio escenario en la antigua tierra lemú­rica, continente ubicado antes en el Océano Pacífico. Restos de la Lemuria, tenemos nosotros a la Oceanía con la gran Australia, o la Isla de Pascua, donde están tallados ciertos monolitos, etc. ¿Que no lo acepte la Antropología materialista por estar embotellada en su "pangea"? ¿Qué importa a la ciencia y qué a nosotros? En realidad no van a des­cubrir la Lemuria con las pruebas del Carbo­no-14, del Potasio-Argón. Todos esos sistemas de pruebas, de tipo mate­rialista, están buenos como para un Moliere y sus caricaturas.
Por estos tiempos, después de las infinitas hipótesis de los Haeckel y de los Darwin y de los Huxley y todos sus secuaces, se sigue entro­nizando a la teoría de la selección na­tural de las especies, otorgándosele, nada menos, que el poder de crear nuevas es­pecies. En nombre de la verdad hemos de de­cir que la selección natural, como poder creador, es sencillamente un juego de retórica para los ignorantes, algo que no tiene basamentos. Eso de que mediante la selección se logre crear nuevas especies, eso de que me­diante la selección selectiva haya surgido el hombre, resulta en el fondo espantosamente ridículo y acusa ignorancia llevada al extremo.
No niego la selección natural; es obvio que ésta existe, mas no tiene el poder de crear nuevas especies. En realidad de verdad que lo que existe es la selección fisiológica, la selec­ción de estructuras y la segregación de los más aptos; eso es todo. Mas llevar la selección natural hasta el grado de convertirla en un poder creador universal, ese es el colmo de los colmos. A ningún sabio verdadero se le ocu­rriría semejante tontería. Nunca se ha visto que mediante la selección natural surja al­guna especie nueva. ¿Cuándo, en qué época?
¿Se seleccionan estructuras? Sí, no lo ne­gamos. Los más fuertes triunfan en eso de la lucha por el pan de cada día, en la batalla incesante, de cada instante, en que se bre­ga por comer y no ser comido. Obviamente, triunfa el más fuerte, que transmite sus carac­terísticas a sus descendientes: características fisiológicas, características de estructuras. En­tonces los más selectos, los más aptos se segre­gan y transmiten ellos, a sus descendientes, tales aptitudes. Así es como se debe entender la ley de la selección natural, así es como se debe comprender.
Una especie cualquiera, entre las profundas selvas de la naturaleza, tiene que luchar por tragar y no ser tragada. Obviamente, resulta espantosa tal brega y como resultado triunfan, como es natural, los más fuertes. En el más fuerte hay estructuras maravillosas, ca­racterísticas importantes que son transmitidas a su descendencia. Mas eso no implica cam­bio de figura, eso no significa nacimiento de nuevas especies. Jamás ningún científico materialista ha vis­to que de una especie, surja otra por ley de selección natural; no les consta, no lo han palpado nunca. ¿En qué se basan? Es fácil lanzar una hipótesis y luego aseverar, en forma dogmática, que es la verdad y nada más que la verdad. Sin embargo, ¿no son ellos, los señores de la Antropología materialista, los que dicen que "no creen sino en lo que ven", que "no aceptan nada que no hayan visto"? ¡Qué contradicción tan terrible: creen en sus hipótesis y nunca las han visto!
Afirman que el ser humano viene del ratón. Eso no les consta, nunca lo han percibido directamente. También enfatizan la idea de que venga del mandril; son innumerables las teo­rías de esos tontos científicos: absurdas afir­maciones de hechos que ellos jamás han visto. Nosotros los gnósticos no aceptamos supersti­ciones y esas son supersticiones absurdas. No­sotros somos matemáticos en la investigación y exigentes en la expresión: no nos gustan tales fantasías, queremos actos, hechos concre­tos y definitivos.
Así que, investigando dentro de esta cues­tión relacionada con nuestros posibles ante­cesores, podemos evidenciar, claramente, el estado caótico en que se encuentra la ciencia materialista, el desorden total de sus mentes y la falta de capacidad para la investigación.

¡Esa es la cruda realidad de los hechos!

(Frag. Samael Aun Weor)

miércoles, 8 de agosto de 2007

¿ Creeis vosotros acaso que la mente ha conocido alguna vez eso que es lo real,la verdad ?
" La mente puede aceptar o rechazar lo que quiera,ceer o dudar,pero jamás podrá conocer lo real

Todo problema surge,subsiste y luego se disipa.El problema surge porque la mente lo crea,subsiste mientras la mente no lo olvide y se disipa o disuelve cuando la mente lo olvida...... el intelecto es luciférico astuto y repugnante crea problemas pero no es capaz de resolverlos existen cantidad de teorias que nada resuelven y todo lo complican.El tremendo batallar del pensamiento ha demostrado, en la práctica, ser precisamente el menos indicado para resolver problemas.
Loque si abunda mucho y por dondequiera en esta época de crisis mundial son los " sabihondos " que todo lo quieren resolver y nada resuelven,todo lo dañan,dañan los frutos de la tierra con sus injertos absurdos, infectan a los niños con sus vacunas de tuberculosis,poliomelitis,tifus,etc,etc, La mente crea problemas hoy y como ayer, ningun problema fundamental ha sido resuelto por el pensamiento de los animales intelectuales, el intelecto es la facultad que nos permite comprender que todo es incomprensible..... El batallar de de los razonamientos es egocentrismo en su naturaleza intima.
Los grandes intelectuales han fracasado totalmente como lo está demostrando hasta la saciedad el estado catastrófico en el que nos encontramos..."" SEÑORES INTELECTUALES,SABIHONDOS,AHORA TENEMOS UN MUNDO CATASTROFICO,UN MUNDO CAÓTICO Y MISERABLE "" que vosotros habeis creado con todas vuestras teorias... los hechos estan demostrando.. ¡ habeis fracasado orgullosos intelectuales!